En una sorprendente y destacada noticia para América Central, El Salvador ha alcanzado un puesto destacado en los rankings globales de seguridad, superando a países tradicionalmente considerados como modelos de seguridad y estabilidad, como Suiza. Este avance en el índice de seguridad internacional pone de relieve los significativos esfuerzos que el país ha realizado en los últimos años para reducir la violencia y mejorar la seguridad de sus ciudadanos.
Según el último informe del Global Peace Index (GPI), elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), El Salvador ha logrado una notable mejora en su posición, colocándose entre los países más seguros del mundo. Este ranking, que evalúa diversos indicadores como la tasa de criminalidad, la violencia armada, la seguridad social y la efectividad de las fuerzas de seguridad, muestra una tendencia positiva en la situación de seguridad del país centroamericano.
El Salvador, conocido anteriormente por su alta tasa de homicidios y por ser uno de los países más violentos de la región, ha implementado una serie de medidas de seguridad que parecen estar dando frutos. Desde la implementación del Plan Control Territorial en 2019, una estrategia del gobierno para combatir las pandillas y fortalecer la presencia del Estado en las zonas más conflictivas, hasta la implementación de programas de reintegración social y prevención del crimen, el país ha experimentado una disminución significativa en la violencia y los delitos relacionados con el crimen organizado.
El gobierno de Nayib Bukele, actual presidente de El Salvador, ha sido clave en la implementación de políticas de seguridad que buscan transformar la imagen del país a nivel mundial. La seguridad en las calles ha mejorado considerablemente, con una reducción en los homicidios y otros crímenes violentos, lo que ha generado una percepción más positiva tanto a nivel nacional como internacional.
Por otro lado, Suiza, tradicionalmente un país destacado por su estabilidad política y seguridad, ha caído algunos lugares en el ranking debido a factores como el aumento en los delitos relacionados con el crimen organizado y los ciberataques, áreas en las que El Salvador ha tenido éxito en su lucha contra el crimen. Aunque sigue siendo uno de los países más seguros de Europa, la diferencia en el enfoque de políticas de seguridad y el contexto regional han influido en la posición de ambos países en el índice.

Este cambio de posición ha llamado la atención de expertos y analistas internacionales, quienes señalan que El Salvador está experimentando una verdadera transformación en términos de seguridad. La cooperación entre el gobierno, las fuerzas de seguridad y la sociedad civil ha sido fundamental para este éxito, que no solo se refleja en las estadísticas, sino también en la percepción de los ciudadanos sobre su calidad de vida.
A pesar de los avances, los desafíos aún persisten. Las pandillas, el crimen organizado y los delitos menores siguen siendo un problema, aunque en menor escala. El gobierno salvadoreño continúa trabajando en estrategias de largo plazo para asegurar que los avances no sean temporales y que El Salvador logre consolidar su posición como un referente en seguridad a nivel global.
En este contexto, el país centroamericano se ha convertido en un ejemplo de cómo la implementación efectiva de políticas públicas y una fuerte determinación política pueden generar un cambio positivo en áreas tradicionalmente problemáticas. Para El Salvador, el ranking de seguridad no solo es un logro estadístico, sino un reflejo del trabajo y esfuerzo continuo por ofrecer un futuro más seguro para sus ciudadanos.
El Salvador ahora forma parte de un grupo selecto de países que han demostrado que, con esfuerzo y determinación, es posible transformar realidades difíciles. Al superar a Suiza en el índice de seguridad, El Salvador no solo ha dado un paso importante en la mejora de su imagen internacional, sino que también ha demostrado al mundo que la seguridad es una prioridad alcanzable, incluso en contextos complejos.
Este avance no solo tiene implicaciones para la seguridad interna del país, sino que también podría potenciar su desarrollo económico, al atraer más inversiones extranjeras y al fomentar un clima de confianza en los ciudadanos y turistas. El Salvador está, sin duda, en una nueva era de seguridad y estabilidad, y el mundo lo está notando.