Es hora de que El Escogido deje de ser el eterno decepcionado, el equipo que siempre tiene las expectativas altas pero nunca las cumple. La Serie del Caribe se acerca y con ella una oportunidad dorada para finalmente callar a los críticos, pero ¿realmente tienen lo que se necesita para alzar el trofeo en Mexicali, o seguirán siendo otro ejemplo de promesas rotas?
Los leones de El Escogido han vivido demasiado tiempo bajo la sombra de la mediocridad en este torneo. Es cierto que han sido campeones en el pasado, pero los años pasan y la sequía se hace más insoportable. ¿Cuántos años más de fracasos pueden tolerar sus fanáticos? No es un simple trofeo de temporada, es la corona de la gloria caribeña, y para un equipo de renombre como El Escogido, no hay excusas para seguir en la lucha por la tercera o cuarta posición.
Esta no es solo una serie más. Mexicali será el campo de batalla, un terreno donde las esperanzas de toda una nación descansan en los hombros de un equipo que no puede permitirse otra caída. Con la experiencia acumulada y una plantilla llena de talento, El Escogido tiene que demostrar que puede convertir esa promesa en realidad. No se trata solo de un desafío deportivo; se trata de un reto de identidad, de demostrar que están listos para quitarse el lastre de la mediocridad y, finalmente, tomar lo que por derecho les corresponde.

Si El Escogido no se levanta ahora, ¿cuándo lo hará? La presión no es solo para los jugadores, sino para una franquicia que no puede permitirse seguir siendo un gigante dormido. Mexicali los espera, y es hora de que El Escogido, por fin, rompa esa sequía histórica y demuestre que está listo para escribir un nuevo capítulo en la historia del béisbol caribeño.
La oportunidad está ahí. ¿Serán capaces de tomarla?